20 de enero: Nuestro Discipulado

En los Evangelios en el Nuevo Testamento de la Biblia, hay muchos momentos en los que Jesús prohíbe que los demonios expulsados (y otras personas más) lo diesen a conocer. Es que en Jesús hay que creer después de un encuentro personal con Él, y no solo por los milagros. “Vivir según el Evangelio” significa participar en una maratón que dura toda la vida, y no sólo correr 100 metros y luego parar. Hace falta un convencimiento profundo, y no solo un “atontamiento” para poder perseverar. Se trata de una cuestión de amor. El que ha visto a Cristo, no puede quedarse indiferente.

Porque nuestro “discipulado” es una cuestión tan importante, de vida o muerte (eterna), no puede basarse en una simple impresión. Está claro que los milagros ayudaron a algunas personas a creer en Jesús, pero no es lo más importante hoy para nosotros. El Salmo 55 nos invita decir: “En Dios confío y no temo.” ¿Podemos repetirlo muchas veces, conscientemente, sabiendo que el que dominó a los demonios entonces sigue a nuestro lado, llevándonos de la mano por el camino correcto?

Oremos. “Padre, danos la gracia de ser abiertos y bondadosos con todos, y sencillos, comprensivos, y entregados plenamente a ti. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.”

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