Claro, en la Pascua celebramos la muerte y Resurrección de Jesucristo. Esta última abarca no sólo la victoria sobre la muerte y la adquisición de un nuevo modo de vida, sino lo que en lenguaje Bíblico se llama la exaltación de Cristo a la derecha del Padre, junto al anuncio de su retorno. Al rezar el Gloria le proclamamos “sentado a la derecha del Padre.” Tras la consagración respondemos: “Anunciamos tu muerte, proclamamos tu Resurrección. ¡Ven Señor Jesús!” (aludiendo a la segunda venida). En la Ascensión (la Fiesta de este domingo), Jesucristo subió a los cielos en cuerpo y alma, exaltado a la derecha del Padre. Por eso, su Resurrección y su Ascensión están íntimamente unidas.
Para reflejar antes de venir a Misa: Aquel hombre que nació Niño en Belén, Aquel que curó a enfermos y acompañó a los tristes, Aquel que curó heridas y que subió a la Cruz, Aquel que, al tercer día Resucitó… ¡Hoy sube a los cielos! La Fiesta de su Ascensión es una fiesta de gran alegría. Jesús, al entrar en el cielo, deja una puerta abierta por la que nosotros, también, entraremos a formar parte de esa otra gran fiesta y alegría eternas que existen junto a Dios.
