2 de diciembre: Que Dios Abra Nuestros Ojos

Hemos iniciado un nuevo año litúrgico, un nuevo camino y una nueva experiencia de fe, que nos empuja a caminar con más fuerza en busca del Señor. Este camino inicia con el tiempo del Adviento, una temporada que nos invita a entrar en “clima de preparación” para recibir a Jesús. En este tiempo de espera, la Palabra de Dios nos da una visión de esperanza.

No hemos de olvidar que el Adviento es también un tiempo de conversión y de purificación interior de nuestra fe para acoger con un corazón renovado a Cristo que ha venido, viene, y vendrá. Nuestro deseo es de ver más claro quiénes somos, quiénes son nuestros vecinos, y quién es Dios.

El Catecismo de la Iglesia Católica remarca este tiempo de tiempo especial, invitando a todos los cristianos a esperar con alegría y entusiasmo porque “La venida del Hijo de Dios a la tierra es un acontecimiento tan inmenso que Dios quiso prepararlo durante siglos (…). Al celebrar anualmente la liturgia del Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda venida.” (CIC 522-524)

Oremos. “O Dios, en las sombras y luchas de la vida, confiadamente te pedimos que tu gracia y ayuda sean para nosotros como un vislumbre de luz de que tú estás presente en nuestro mundo, y de que tú no te desesperas por tu pueblo. Ayúdanos a crecer en la nueva humanidad de tu Hijo, para que nos atrevamos con todo y esperemos todo, y nos entreguemos generosamente a los otros y a ti, que eres nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.”

 

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