19 de mayo: Todos Son Bienvenidos

En completa colegialidad, en “el Concilio de Jerusalén” (Hechos 15, 7-21), los Apóstoles decidieron que la Iglesia debía abrirse a todos sin distinción alguna. Se sirve a todos de la misma manera: por medio de Jesucristo, Dios ama a todos indistintamente. Esta decisión del Concilio (la Iglesia unida en oración) debió ser un reto tremendo para los judíos, que consideraban a los paganos como impuros y extraños.

La Iglesia hoy ¿está realmente abierta a todos? ¿No hay acaso distinción de color, lengua, y clase social? ¿No hay acaso discriminación contra los pobres, contra gente de “mal historia,” o de gustos musicales diferentes? ¿Cuáles son las cosas realmente importantes y que son objeto de fe? ¿Qué es lo que realmente hace que vivamos y permanezcamos en el amor de Cristo?

¡Qué magnífico y bello sería un mundo, incluso una Iglesia, sin prejuicios ni discriminación, donde las personas sinceramente se aceptaran, se apreciaran, y se amaran unas a otras!

Oremos. “Oh Padre, danos la fuerza necesaria para cumplir tu mandato de amor sin discriminación alguna. Que de este modo la alegría de tu Hijo esté en nosotros hasta que un día se perfeccione y complete en la gloria eterna, por los siglos de los siglos. Amén.”

footer-logo
Translate »