19 de febrero: El Primer Viernes de la Cuaresma

“Ayuno” es una de las “palabras estrellas” en el Tiempo Cuaresmal. Es uno de los conceptos clásicos de la Cuaresma junto a la oración y la limosna. Pero ¿cómo entender hoy el ayuno?  No es un concepto incomprensible en nuestra cultura. Ayunar para ponerse a régimen, para realizar una dieta de adelgazamiento por motivos estéticos, de salud o deportivos, es una práctica que muchas personas realizan.

En el aspecto religioso, ayunar, no sólo de alimentos, sino de todo aquello que nos aleja de Dios, prácticas o vicios que nos esclavizan como pueden ser usos adictivos de redes sociales, series, juegos, etc., es un tipo de ayuno que también comprendemos porque nos hace bien espiritualmente, ya que nos lleva al silencio y la Cuaresma nos invita a ello.

Pero la Palabra de Dios nos invita a buscar un sentido más profundo al ayuno: ¿para qué ayunar? ¿cuál es su finalidad? El profeta Isaías critica el ayuno carente de sentido: ¿Para qué ayunar, si no haces caso? Según el Señor, “El ayuno que yo quiero es éste: abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, romper todos los cepos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que ves desnudo, y no cerrarte a tu propia carne.”

Claro, la Cuaresma nos invita a pensar en el ayuno que Dios quiere. Por un lado, ayunar de todo aquello que no nos haga más libres … y por lo tanto nos predisponga más receptivo para escuchar a Dios … sin olvidar el elemento fundamental que Dios quiere en el ayuno – que beneficie a los demás. Nuestro ayuno tiene que hacer la vida más agradable, más liberadora, y tiene que ser luz para los otros.

Oremos. “O Dios, no tenemos por qué temer tu juicio si, como tú, llegamos a ser ricos en misericordia y llenos de compasión hacia nuestro prójimo. Que no solamente conozcamos lo que nos exiges, sino que lo practiquemos con corazón sincero, compartiendo nuestro pan con el hambriento y aflojando y soltando las ataduras de la injusticia, para que tu luz brille por medio de nosotros y tu curación se extienda por todas partes. Permanece con nosotros mostrándonos siempre tu bondad. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.”

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Nota Pastoral: Negar o limitarse uno mismo sobre la comida nos recuerda nuestra dependencia sobre Dios y el infinito cuidado de Dios por nosotros. Esto también nos obliga a recordar a aquellas personas que ayunan sin escogerlo o por obligación religiosa, pero si por falta de comida en su mesa y de recursos. Durante la Cuaresma, las personas de 18 hasta los 60 años están obligadas a observar los días de ayuno.

Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo: Ayunar significa comer solamente una comida completa al día. Las otras dos comidas deben ser más pequeñas y deben ser suficientes para mantener la fuerza, juntas no deben ser como una comida completa. Es decir, comer porciones de pequeña cantidad. Líquidos, incluyen leche, y jugo de frutas, se pueden tomar entre las comidas. Si la enfermedad o la habilidad de trabajar se ven afectadas, la persona no está obligada a ayunar.

Durante los otros días de la Cuaresma el comer modestamente es también fuertemente recomendado. La abstinencia de carne se debe de observar el Miércoles de Ceniza y todos los Viernes durante la Cuaresma. Todos los fieles estamos obligados a cumplir con las leyes de la Iglesia el de abstenernos de comer carne en esos días. Esto obliga desde los 14 años.

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