18-19 de febrero: Preparándonos para Celebrar la Misa Dominical

Jesucristo continúa con el Sermón de la Montaña que venimos escuchando estos domingos (Mateo 5, 38-48). El amor al prójimo (amigo y enemigo) no se producen por valorar positivamente sus personas, que en sí ya sería una razón suficientemente válida. Todos somos hijos e hijas de Dios y estamos llamados a la comunión con Él. Sin embargo, lo que se nos pide es amar al prójimo por Dios. A Dios se le ama por sí mismo, al prójimo por Él. Este argumento lo refuerza el Evangelio con la identificación de Jesucristo con cualquier ser humano (Mateo 25, 37-40).

No olvidemos un detalle: cuando se nos pide amar al enemigo no se incluye incondicionalmente todo. Debemos amar su persona, no sus actos malos. Le amamos, deseamos su bien y, por tanto, su conversión a Dios. Se nos pide rezar por el enemigo y eso incluye pedir para él lo bueno – que estar con Dios, imitar a su creador, seguir los mandatos de Jesucristo, y formar parte del Cuerpo de Cristo del que nosotros también somos miembros. Debemos proceder siempre con odio al pecado y amor al pecador (sabiéndonos nosotros tratados así por el mismo Dios y por algunos de nuestros semejantes), sabiendo que eso mismo hace Dios con nosotros.

Que la Eucaristía que celebraremos el domingo nos ayude a transformar nuestros corazones para estar dispuestos a amar al prójimo como Dios lo hace con nosotros. Según San Pablo: “Esto es necedad para el mundo, sabiduría de Dios.”

footer-logo
Translate »