15 de septiembre: Fiesta de Nuestra Señora de los Dolores

Celebramos hoy la Virgen de los Dolores, de la Soledad, de la Piedad. María es la Madre del Crucificado. Está asociada, por sus dolores, a la muerte del Redentor. La mujer, esclava del Señor por su fe, está junto a su hijo que se hizo obediente hasta la muerte y muerte de Cruz. La que había estado alejada en los momentos de la gloria de los milagros  y la seducción de la palabra, acude ahora, presurosa, en la hora del supremo dolor y de la muerte. Está aquí, como estuvo en todos los momentos difíciles, a lo largo de la vida de Jesús: en la pobreza del pesebre al nacer, en la persecución y exilio con Herodes, cuando abandonaba su familia para predicar el Reino, y cuando sufre el rechazo de los jefes políticos y religiosos.

Como Jesús, hemos de sentir cerca a María en los momentos de dolor. Ella es la madre querida de tantos hijos crucificados por la injusticia, la opresión, y el desamor. Es más, no solamente nos beneficiamos de su cercanía cuando nos aguijonea un padecimiento. Con ella, queremos ir al encuentro de los que sufren. El cristiano ha de combatir el dolor y luchar contra las causas del dolor. Más aún, los creyentes tenemos muchos resortes para transformar y transfigurar el dolor: el saber escuchar, el llevar consuelo, el infundir esperanza, el rezar con oportunidad, el estimular desde nuestra fe, y tantos recursos ayudan a hacer más buenas y más esperanzadas a las personas sufrientes.

Oremos. “O Dios, sabemos que las penas y sufrimientos son inevitables en esta vida para los que siguen a tu Hijo crucificado. Danos suficiente confianza en ti para mantenernos fieles y para creer y esperar en tu amor incluso en el abismo del sufrimiento. Danos el valor de enfrentar y asumir las dificultades de la vida y de llevar los unos las cruces de los otros, unidos a María, nuestra Madre Dolorosa, en servicio de Jesucristo, nuestro Señor. Amén.”

footer-logo
Translate »