15 de junio: “Para Dios, Nada es Imposible.”

En el Evangelio (por ejemplo, Mateo 5, 34-38)) Jesús nos enseña que “Han oído ustedes que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo; yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos.”

Este cambio radical sólo podrá partir de la fuerza creadora del amor y será la única respuesta que pondrá fin a toda clase de violencia. Y sigue insistiendo el Señor: “Amen a sus enemigos, oren por sus perseguidores.” Esta es la máxima aspiración de Jesús: el amor a todos, sin condiciones, tal y como es el amor del “Padre del cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y hace llover sobre justos e injustos.” Tal vez alguien nos diga: “Eso es imposible. No hay nadie que lo practique.” Ciertamente es una meta altísima. Pero, como el Ángel le dijo a la Virgen al momento de la Anunciación: “Para Dios, nada es imposible.” (Lucas 1, 37) Otra vez, ¡meta no fácil de conseguir! Pero debemos salir de nosotros mismos para amar a todos y cada uno de nuestros hermanos y hermanas, incluidos también nuestros enemigos. Hemos de imitar a Dios en su amor, que manda al sol alumbrar igualmente a buenos y a malos.

Oremos. “Dios de amor: en tu Hijo Jesucristo, nos has mostrado tu ternura y nos has aceptado  – pecadores como somos – como tus hijos e hijas. Comparte tu corazón con nosotros, haznos misericordiosos y comprensivos; que, por el modo como tú nos has tratado, aprendamos a acoger a todos sin condiciones ni reservas, y a olvidar y perdonar todas las ofensas, de forma que lleguemos pronto a asemejarnos cada vez más a ti. Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor. Ámen.”

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