14 de abril: Una Semana con San José (miércoles)

El Papa Francisco nos ha ofrecido la oportunidad para celebrar este año como “Año de San José.” Estamos llamados a servir en todo al plan de Dios, tal como San José lo hizo, con humildad, “escondidos” del mundo. Recordamos que los líderes políticos y religiosos de su tiempo, el emperador, el rey Herodes, los jefes de los sacerdotes y los escribas, ninguna de estas personas supo quién era San José.

San José solo era conocido por sus vecinos y familiares. Él era el carpintero, el esposo de María, el padre de Jesús. Lo mismo sucede con nosotros. Pocos de nosotros somos conocidos más allá de nuestros círculos de familiares, de amigos, y de compañeros de trabajo. Pero la historia de la salvación se está desarrollando en todos estos lugares, en nuestras relaciones, en los sucesos de nuestros días, en las personas con las que nos encontramos. En todas estas situaciones, Dios quiere actuar a través de nosotros para realizar su plan de salvación. Él actúa a través de nosotros, y Él se da cuenta, —al igual que nosotros— de nuestros miedos, debilidades y carencias.

El Papa Francisco escribió para el Año de San José: “Al leer los relatos de la infancia en los Evangelios con una lectura superficial… podría uno tener, a menudo, la impresión de que el mundo está a merced de los fuertes y de los poderosos.” Podemos sentirnos de ese modo en nuestras propias vidas, como si Dios no estuviera a cargo de todo, como si nuestra vida estuviera en las manos de los “expertos,” de las autoridades, y de fuerzas que no podemos controlar o ni siquiera influir. Estas tendencias estaban presentes en nuestra sociedad antes de la pandemia, pero los largos meses de aislamiento forzado y las órdenes de emergencia sólo han incrementado, en muchos de nosotros, este tipo de sentimientos.

En la vida de San José vemos que, incluso en medio de la violencia y del caos de los acontecimientos, Dios continúa actuando para la salvación del mundo y también para nuestra propia salvación. “De igual modo, nuestras vidas pueden parecer a veces estar a merced de los poderosos,” escribe el Papa, “pero Dios siempre encuentra la manera de salvarnos, siempre y cuando nosotros mostremos el mismo valor creativo que tuvo el carpintero de Nazaret, quien supo convertir un problema en una posibilidad, confiando siempre en la divina providencia.”

La confianza en Dios es la clave para vivir con esperanza y sin temor. Tratemos, pues, de vivir como San José vivió, con amor a Jesús y a María y con la intención de hacer la voluntad de Dios en todo. Si, como San José, a veces no entendemos del todo lo que se nos pide, permanezcamos abiertos a la voluntad de Dios y sepamos que Él nos dará el valor para hacer lo que el momento requiere.

Oremos. “Acuérdate, Oh José, guardián del Redentor y nuestro amoroso custodio, que nunca se ha escuchado decir que ninguno que haya invocado tu protección o buscado tu intercesión, no haya sido consolado. Con esta confianza acudimos a ti, nuestro amoroso protector, casto esposo de María, padre de los tesoros de Su Sagrado Corazón. No deseches nuestra ardiente oración – antes bien recíbela con tu cuidado paterno. San José, ruega por nosotros. Amen.”

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