12 de junio: El Corazón Inmaculado de María

Como a la sombra de la solemnidad del Corazón de Jesús, la Iglesia coloca el recuerdo (la memoria) del Corazón Inmaculado de María. Sí, realmente, es obligado recordar y contemplar el Corazón de María tras haber considerado el significado del Corazón de Jesús. Porque, si el Verbo se hizo carne, y recibió así un corazón de carne, María es la carne del Verbo, aquella de la que el Verbo del Eterno Padre tomó su carne mortal. También del Corazón de María tenemos mucho que aprender. Del Corazón manso y humilde de Jesús recibimos la revelación de la sabiduría del amor. Del Corazón de María aprendemos a aceptar y asimilar esa sabiduría.

Según las Escrituras (Lucas 2, 41-51), María “conservaba todo en su corazón,” dejando con paciencia y confianza, con fe verdadera, que la Palabra madurara, que penetrara hasta esas profundidades del alma en las que sólo es posible una comprensión a su tiempo y completa. Así es el corazón humilde, el corazón abierto, el corazón que ama, el corazón de madre – el Corazón Inmaculado de María. Si hemos de imitar a Jesús, el manso y humilde de corazón, ¿no habremos de imitar también a aquella de la que ese corazón tomó su carne?

Oremos. “Señor Dios nuestro, te damos gracias por el amor con que colmaste el Corazón de María, la Madre de tu Hijo y también Madre nuestra. Por tu gran bondad nos la has dado a nosotros para que abramos nuestros corazones a tu palabra y a tu amor, de forma que podamos buscar siempre tu voluntad en todo lo que proyectamos y hacemos. Que ella también toque nuestros corazones y los haga sensibles a las necesidades de los hermanos y hermanas en sus tristezas y preocupaciones. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.”

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