11 de junio: Fiesta del Sagrado Corazón

En la solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Jesús celebramos que, en la Última Cena, Jesús realizó el anticipo de la ofrenda del amor, y su cuerpo y su sangre se convirtieron en la comida principal del banquete de todos los que queremos “anunciar la muerte del Señor y proclamar su Resurrección, hasta que vuelva.” Como un eco de aquella fiesta (del domingo pasado), hoy celebramos la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. El corazón es el símbolo más popular del amor y de las decisiones que lo acompañan. El Sagrado Corazón manifiesta el amor repleto de la fidelidad y la ternura de Jesús de Nazaret, el Señor Resucitado.

La sabiduría del amor que Jesús ha revelado (por su Sagrado Corazón) es exigente, cierto, pero sobre todo nos da confianza, nos relaja, y nos da alivio y respiro. En Cristo, en su Corazón manso y humilde, encontramos el perfecto equilibrio entre la autoestima y la humildad: autoestima, porque somos amados sin condiciones, lo que significa que, en el fondo de nuestro ser, somos buenos y valiosos; pero también humildad, porque sabemos que no somos perfectos, que tenemos que reconocer con humildad nuestros límites. Pero esto último no es una humillación que nos destruye, sino la certeza de que podemos mejorar, de que hay en nosotros posibilidades no exploradas. Y nuestra gran posibilidad, si aprendemos de Jesús, es el amor: saber que cuando tratamos de amar, Dios mismo está obrando en nosotros y que Él permanece con nosotros.

Oremos. “Concédenos, Dios todopoderoso, que, gozosos de honrar el Corazón de tu amado Hijo, al recordar la grandeza de los beneficios de su amor, merezcamos recibir gracias cada vez más abundantes de esa fuente celestial. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.”

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