11-12 de septiembre: Preparándonos para Celebrar la Misa Dominical   

El Evangelio de San Marcos de este domingo (8, 27-35) nos relata un momento de la vida pública de Jesús. El texto nos sitúa junto al Señor y sus discípulos, caminando hacía un poblado a las afueras de Galilea. Hagamos el esfuerzo por seguir la invitación del Evangelista, poniéndonos también nosotros en el camino. Acércate al Señor y a sus compañeros ¿Qué oyes? ¿De qué hablan? ¿Qué es lo que vienen conversando por el camino?

Si bien no se nos dice, qué venían conversando; lo cierto es que mientras caminaban, Jesús les pregunta acerca de su propia identidad. “¿Quién dice la gente que soy Yo?” Pregunta que en principio no compromete la opinión de sus discípulos; que responden a una sola voz “algunos dicen que…”, pero el Señor va más allá, como si deseara acercarse a la profundidad de sus corazones. “Y ustedes ¿quién dicen que soy Yo?” El único que toma la voz es Pedro, confirmando frente a todos “Tú eres el Mesías.” Y tú, que también vienes caminando junto al Señor ¿quién dices que es Jesús?

El Evangelio nos cuenta que el Señor, invitando a callar a los suyos, comienza a enseñarles con claridad lo que le iba a suceder. Jesucristo frente a sus amigos, manifiesta el camino de su Pascua. Una vez más, es la figura de San Pedro la que sale a escena, conduciendo al Señor “aparte.” Separándolo del grupo, lo lleva a un lugar oculto y allí lo reprende. ¿Cómo se explica esta reacción del hombre, que hace un momento, había confesado a Jesús como el Mesías? ¿Qué habrá pasado por el corazón de Pedro? ¿Qué habrá sentido? No sabemos que fue lo que Pedro le dijo a Jesús, pero sí queda claro, cuál fue la reacción del Señor. Que dándose vuelta, primero miró a sus discípulos. Es decir, que San Pedro también estaba con ellos. Recién allí viene la respuesta del Hijo de Dios, “Retírate, ven detrás de mí Satanás.”

¿A quién desafía Jesús si no es al mismo Pedro? El Señor reta a aquel que es capaz de enturbiar, y entristecer el corazón de los hombres, con falsas razones. A aquel, que entrando con temor en el corazón de San Pedro, lo confunde haciéndole creer que es él quien marcha delante del Señor. Es al mismo Satanás, a quien Jesús increpa diciéndole, “Tú no irás delante de mí. Yo soy el Señor, no tú.” Pensemos, en cuántas ocasiones de nuestras vidas nos hemos visto en la situación de San Pedro. ¿Cuáles han sido aquellos momentos, en los que el maligno enturbiándonos la mirada, nos hizo creer que él era más poderoso que nuestro Señor?

Oremos. “Oh Padre, lleno de amor, hoy tu Hijo Jesús nos pregunta quién es Él, qué significa Él para nosotros. Ayúdanos a llegar a conocerle personalmente participando de su propia vida de entrega hasta el fin y de su servicio generoso y desinteresado, incluyendo su Cruz. Que lleguemos, pues, a ser sus amigos sintiéndole como vida de nuestra vida, y con Él seamos siervos, unos de otros, y siervos tuyos, nuestro Dios viviente. Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo nuestro Señor. Amén.”

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