1 de octubre: Fiesta de Santa Teresa de Lisieux

Santa Teresa de Lisieux (o del Niño Jesús) nació en la ciudad francesa de Alençon en 1873; sus padres ejemplares eran Luis Martin y Acelia María Guerin, ambos santos. Murió en 1897, y en 1925 el Papa Pío XI la canonizó, y la proclamaría después patrona universal de las misiones. La llamó “la estrella de mi pontificado,” y definió como “un huracán de gloria” el movimiento universal de afecto y devoción que acompañó a esta joven carmelita.

Según ella, “Quiero ser santa, pero siento mi impotencia y te pido, Dios mío, que seas Tú mismo mi santidad.” Dejar hacer a Dios no implica ningún infantilismo fácil. Santa Teresa hará todo lo posible para mostrar, cada día y cada minuto, su amor a Dios y a sus hermanas en una total gratuidad: la del amor. Esto ella lo nombró su “caminito.”

Oremos. “¡Oh Santa Teresita del Niño Jesús, modelo de humildad, de confianza y de amor! Desde lo alto de los cielos deshoja sobre nosotros esas rosas que llevas en tus brazos: la rosa de humildad, para que rindamos nuestro orgullo y aceptemos el yugo del Evangelio; la rosa de la confianza, para que nos abandonemos a la Voluntad de Dios y descansemos en su Misericordia; la rosa del amor para que abriendo nuestras almas sin medida a la gracia, realicemos el único fin para el que Dios nos ha creado a su Imagen: Amarle y hacerle amar Tú que pasas tu Cielo haciendo bien en la tierra, ayúdanos en esta necesidad y concédenos del Señor lo que te pedimos si ha de ser para gloria de Dios y bien de nuestras almas. Así sea.”

 

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