1 de enero: El Día del Señor

En este primer día del año, la Iglesia celebra la solemnidad de María, Madre de Dios. Theotokos es el título en el griego, que se atribuyó oficialmente a María en el siglo V, exactamente en el concilio de Éfeso, del año 431, pero que ya se había consolidado en la devoción del pueblo cristiano desde el siglo III, en el contexto de las fuertes disputas de ese período sobre la persona de Cristo. Con ese título, se subrayaba que Cristo es Dios y que realmente nació como hombre de María.

Del título de “Madre de Dios” derivan luego todos los demás títulos con los que la Iglesia honra a la Virgen, pero este es el fundamental. Pensemos en el privilegio de la “Inmaculada Concepción,” es decir, en el hecho de haber sido inmune del pecado desde su concepción. María fue preservada de toda mancha de pecado, porque debía ser la Madre del Redentor. Lo mismo vale con respecto a la “Asunción.”  No podía estar sujeta a la corrupción que deriva del pecado original la Mujer que había engendrado al Salvador.

En estos primeros días del año se nos invita a considerar atentamente la importancia de la presencia de María en la vida de la Iglesia y en nuestra existencia personal. Encomendémonos a ella, para que guíe nuestros pasos en este nuevo período de tiempo que el Señor nos concede vivir, y nos ayude a ser auténticos hermanos y hermanas de su Hijo, y así también valientes artífices de su Reino en el mundo – su Reino de luz y de verdad.

Al iniciar este primer día del año, pidamos humildemente a María, la Madre de Dios, que nos ayude a comprender y a vivir cada día la compasión que brota del corazón de su Hijo, para llevar amor y paz a todas las personas en esta querida tierra nuestra.

Oremos. “Padre eterno, principio y fin de todas las cosas, acepta con bondad las súplicas que te elevamos, por intercesión de la Virgen Madre de tu Hijo. Concede a la humanidad entera la paz que el mundo no puede dar, y haz que te sirvamos con alegría todos los días de nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.”

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La Comisión Episcopal para la Pastoral Litúrgica de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) difundió una oración especial por el fallecido Papa Emérito Benedicto XVI, que será rezada desde hoy y hasta el próximo 5 de enero: “Por el eterno descanso del Papa Emérito Benedicto XVI, a quien el Señor lo eligió en la Iglesia como colaborador en la difusión de la verdad, para que le conceda contemplar su rostro de luz y de paz y a él, que aquí en la tierra cantó con la comunidad de los creyentes, lo una en el cielo a la alabanza eterna de la nueva Jerusalén. Por Cristo nuestro Señor. Amén.”

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